Un deseo profundo vive en mí: ser un día el
rostro de una sombra sin imagen alguna, y sin historia. Ser solamente el eco de
un canto apenas acorde que señala a sus hermanos. La libertad del espíritu.
Atahualpa Yupanqui.
Música hay
mucha, y la encontramos regada por todo
el universo, expresándose con sus
armoniosas melodías y un sinfín de mensajes, que hablan de diversos tópicos y
tocan todos los temas posibles de la vida. Pero hay que tener la dicha, y por
consiguiente la fortuna de tropezarse con aquellas que el alma anhele, el espíritu
contemple y todo el cuerpo celebre mientras se está escuchando.
Sucede en
el ser un sinnúmero de sensaciones que determinan la aceptación univoca de lo
que acontece con esa condición tri-partita
de emoción, razón y acción; esto
quiere decir, -en cuanto a lo
primero- como aquello que me mueve y me impulsa a hacer algo, -lo segundo- como
aquellos juicios e ideas que ejerzo sobre las cosas, y lo tercero, cuando nos movemos en torno a
determinada circunstancia o motivo.
En este
orden de ideas, podemos comenzar adentrarnos con sutileza en la exploración de
un tema musical que hace parte de esas raíces vernáculas de cantos de rio de la
depresión momposina y sus pueblos
aledaños, de donde beben su propia esencia y sustancia para proyectarse
al mundo entero con fuerza y mucha potencia. Y el caso que nos ocupa en esta
ocasión es la canción Las
olas de la mar, cuya autoría
recae en nada menos que la persona de Cayetano
Camargo(dato obtenido por personas de la población, y de su propia hija Martina Camargo), quien
siendo cantador y bailador de los aires
de tambora del municipio de San Martín de Loba, al sur del Departamento del
Bolívar, recorre por el gran rio de la
magdalena vendiendo sus vasijas de barro por los puertos rivereños, llegando en esas largas correrías hasta el
puerto de Calamar, y de allí hasta Cartagena donde sus ojos ven por vez primera
el mar…La mar.
Sin duda, que todo ese bagaje ancestral lleno de ritmos, sones, nostalgias y
experiencias acumuladas a lo largo de su vida, es la que trasfiere a su hija
Martina Camargo (o, podemos decir que es quien más lo asimila y lo dimensiona a
esferas más universales) puliendo,
perfeccionando y llevándolo por lugares
donde nunca antes había llegado este tipo de ritmo musical.
Sin ánimo
de demeritar las otras canciones que esta cantadora excelsa interpreta, viene a
ser Las olas de la mar una de las piezas que goza con mayor
preferencia en el gusto de la gente, y en particular de este suscrito. Y hay razones de peso para sustentar este postulado:
-Es una de
las que entrañan con mayor ahínco el corazón y el sentir de su padre, en la
ejecución e interpretación que la artista hace en cada una de sus presentaciones.
Eso se siente al observarla cantar este tema.
- Contiene
una yuxtaposición la palabra mar y rio como fenómenos de la naturaleza, sin
ser de la misma condición (una salada y la otra de agua dulce), pero que a su
vez se complementan porque forman olas
que es ya una condición sustantiva y natural de ambas aguas.
- Al ser interpretada por la artista, se le siente
la tesitura en el canto y una profunda emoción que contagia a cuanto estén
escuchando en ese momento la canción.
- Encierra
en cada una de sus estrofas una oda al amor, a la conquista y a esos encantos y desencantos que tiene la
vida misma. Y por ello la hace una canción muy humana, aunque su letra este
manejada en sentido metafórico.
-
Podríamos decir que a través de ella se
trasmite una historia de la vida real, de andanzas y exploraciones en cuanto al
recorrido y conocimiento de la geografía colombiana hasta descubrir el o la mar, y este hecho fehaciente marcaría por siempre la existencia
del autor hasta el punto de escribir esta canción.
- Sucede
un hecho curioso a manera de ambigüedad con la palabra la mar,
cuya connotación esta referenciada dentro de los artículos
gramaticales del femenino singular cuando se antepone la,
y cambia a hacer parte del masculino
singular cuando se antepone el. Es
decir, que se puede usar de ambas formas
de acuerdo al propósito que se desee: el
mar o la mar. La segunda se escucha y se ve más poética.
Ahora, con
toda esta apología, pasemos a desentrañar y escrudiñar los hilos de cada
estrofa contenida en esta canción.
Esperemos no estar muy alejados de la esencia compositiva de este hermoso tema.
Tus
padres te tienen dicho que no te hables conmigo, la mar… Es evidente que se nota el descontento del
progenitor de la dama (que no es expresa su figura), sobre el romántico
enamorado, hasta tal punto de prohibirles la comunicación.
Los
montes no tienen llaves ni murallas los caminos, la mar…: Cualquiera puede y debe andar libre por toda
la extensa geografía sin detención alguna; es decir, la libertad está en la mente y en el corazón,
no en el cuerpo y su andar.
Palomita
llarumera llévame a tu comedero, la mar… Es notoria la insistencia que
hace el enamorado a la dama en cuestión,
de clamar por su amor y sus afectos
rogándole entrar en su vida.
Yo he
sabido que estás sola, quisiera ser tu compañero, la mar… En vista de saber que no tiene pretendiente,
éste (el enamorado), se auto invita para
ser el eterno acompañante de este idilio.
Ay
señores como haré pa’ cogerme esa paloma, la mar… Es evidente la petición de ayuda que hace el
enamorado para que su conquista sea más efectiva.
Llega
a la trampa y se asoma pero no quiere caer, la mar… Y no se hace fácil la conquista mientras ella
sea esquiva y rehúse a los encantos del
enamorado.
Tú
fuiste la que pusiste tu cara sobre la mía, la mar... El enamorado hace su reclamo al contacto físico que previamente se había
establecido, como muestra de interés y afinidad entre ambos.
Y
llorando me dijiste que jamás me olvidarías, la mar… Uuuuuh, ya aquí se hace más evidente el total
interés de la enamorada, puesto que sus lágrimas son el fiel reflejo de ese
encanto llevado al extremo; aunado a una promesa devota.
Yo
quisiera ser la brisa para batir tus cabellos, la mar… Esta metáfora empleada aquí es bien hermosa, y
hace referencia a desear estar lo más
cerca posible de su enamorada, en ausencia pero haciendo sentir su presencia imprimiendo a través del viento toda su fuerza y su
pasión.
Y
meterme dentro de ellos para escuchar tu
sonrisa, la mar… Su
imagen configurado por entre cada uno de
los hilos de su pelo será la lúdica que promulgue su verdadero amor hacia ella,
y logrará de esta manera propiciar la
sonrisa que resultaría ser para éste, el lietmotiv
que determine el pacto de sus
amores.
Panderito retirano, recógelo con la mano, la mar… Aquí podríamos especular diciendo que se trata de tener atesorado entre sus manos el amor de su amada, y así nunca más dejarla ir.
Total,
estas son algunas consideraciones bajo la lupa de alguien que tiene un interés
y además una inclinación y un gusto bien marcado hacia este tema musical, que
roba su atención cada vez que la cantadora (o cantaora) hace su aparición en
público, o por cualquier otro medio
donde interprete este alegre pero divertido aire musical. Quiero además dejar reseñado lo que piensa la misma
interprete sobre este tema, al enviárselo para que le diera su visto bueno y
autorización a su pronta publicación: “Hermosa la descripción, mejor
la interpretación y análisis que le haces a la canción Las olas de la mar. Es muy cierto lo que
dices, es la composición que llega y ha marcado a muchas personas en sus
corazones, todo el tiempo está vigente, en cada concierto que hago la tengo que
interpretar por petición del público. Te doy la autorización para que publiques
el artículo de las Olas de la mar”.
Ahora,
dicho esto, lo dejo a consideración de cada quien…! lelo leeeee juego pandero recogelo con la
mano la mar, las olas de la mar(bis)…ay recógelo (bis) la mar, las olas
de la mar!!!
Wilberto
Echeverría Moncada
Artista
Plástico-Dibujante
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