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lunes, enero 02, 2017

UNA RADIOGRAFIA DE LAS OLAS DE LA MAR...LAS OLAS DE LA MAR!!!


Un deseo profundo vive en mí: ser un día el rostro de una sombra sin imagen alguna, y sin historia. Ser solamente el eco de un canto apenas acorde que señala a sus hermanos. La libertad del espíritu.    
Atahualpa Yupanqui.

Música hay mucha, y la encontramos  regada por todo el universo, expresándose  con sus armoniosas melodías y un sinfín de mensajes, que hablan de diversos tópicos y tocan todos los temas posibles de la vida. Pero hay que tener la dicha, y por consiguiente la fortuna de tropezarse  con aquellas que el alma anhele, el espíritu contemple y todo el cuerpo celebre mientras se está escuchando.

Sucede en el ser un sinnúmero de sensaciones que determinan la aceptación univoca de lo que acontece con esa condición  tri-partita de emoción, razón y acción; esto quiere decir,     -en cuanto a lo primero- como aquello que me mueve y me impulsa a hacer algo, -lo segundo- como aquellos juicios e ideas que ejerzo sobre las cosas,  y lo tercero, cuando nos movemos en torno a determinada circunstancia o motivo.
En este orden de ideas, podemos  comenzar  adentrarnos con sutileza en la exploración de un tema musical que hace parte de esas raíces vernáculas de cantos de rio de la depresión momposina y sus pueblos  aledaños, de donde beben su propia esencia y sustancia para proyectarse al mundo entero con fuerza y mucha potencia. Y el caso que nos ocupa en esta ocasión es la canción  Las olas de la mar,  cuya autoría recae en nada menos que la persona de  Cayetano Camargo(dato obtenido por personas de la población,  y de su propia hija Martina Camargo), quien siendo cantador y bailador  de los aires de tambora del municipio de San Martín de Loba, al sur del Departamento del Bolívar,  recorre por el gran rio de la magdalena vendiendo sus vasijas de barro por los puertos  rivereños,  llegando en esas largas correrías hasta el puerto de Calamar, y de allí hasta Cartagena donde sus ojos ven por vez primera el mar…La mar.
Sin duda,  que todo ese bagaje ancestral  lleno de ritmos, sones, nostalgias y experiencias acumuladas a lo largo de su vida, es la que trasfiere a su hija Martina Camargo (o, podemos decir que es quien más lo asimila y lo dimensiona a esferas más universales)  puliendo, perfeccionando  y llevándolo por lugares donde nunca antes había llegado este tipo de ritmo musical.
Sin ánimo de demeritar las otras canciones que esta cantadora excelsa interpreta, viene a ser  Las olas de la mar  una de las piezas que goza con mayor preferencia en el gusto de la gente, y en particular de este suscrito. Y  hay razones de peso  para sustentar este postulado:
-Es una de las que entrañan con mayor ahínco el corazón y el sentir de su padre, en la ejecución e interpretación que la artista hace en cada una de sus presentaciones. Eso se siente al observarla cantar este tema.
- Contiene una yuxtaposición la palabra mar y rio como fenómenos de la naturaleza, sin ser de la misma condición (una salada y la otra de agua dulce), pero que a su vez se complementan porque  forman olas que es ya una condición sustantiva y natural de ambas aguas.
-  Al ser interpretada por la artista, se le siente la tesitura en el canto y una profunda emoción que contagia a cuanto estén escuchando en ese momento la canción.  
- Encierra en cada una de sus estrofas una oda al amor, a la conquista  y a esos encantos y desencantos que tiene la vida misma. Y por ello la hace una canción muy humana, aunque su letra este manejada en sentido metafórico.
- Podríamos  decir que a través de ella se trasmite una historia de la vida real, de andanzas y exploraciones en cuanto al recorrido y conocimiento de la geografía colombiana  hasta descubrir el o la mar, y este hecho fehaciente marcaría por siempre la existencia del autor hasta el punto de escribir esta canción. 
- Sucede un hecho curioso a manera de ambigüedad con la palabra  la mar, cuya connotación esta referenciada dentro de los  artículos  gramaticales del femenino singular cuando se antepone  la, y cambia  a hacer parte del masculino singular cuando se antepone el. Es decir,  que se puede usar de ambas formas de acuerdo al propósito que se desee: el mar o  la mar. La segunda se escucha  y se ve más poética.
Ahora, con toda esta apología, pasemos a desentrañar y escrudiñar los hilos de cada estrofa  contenida en esta canción. Esperemos no estar muy alejados de la esencia compositiva de este hermoso tema.
Tus padres te tienen dicho que no te hables conmigo, la mar… Es evidente que se nota el descontento del progenitor de la dama (que no es expresa su figura), sobre el romántico enamorado, hasta tal punto de prohibirles la comunicación.
Los montes no tienen llaves ni murallas los caminos, la mar…: Cualquiera puede y debe andar libre por toda la extensa geografía sin detención alguna; es decir,  la libertad está en la mente y en el corazón, no en el cuerpo y su andar.
Palomita llarumera llévame a tu comedero, la mar… Es notoria  la insistencia que hace el enamorado a la dama en cuestión,  de clamar por su amor y sus afectos  rogándole  entrar en su vida.
Yo he sabido que estás sola, quisiera ser tu compañero, la mar… En vista de saber que no tiene pretendiente, éste (el enamorado), se auto invita  para ser el eterno acompañante de este idilio.
Ay señores como haré  pa’ cogerme  esa paloma, la mar… Es evidente la petición de ayuda que hace el enamorado para que su conquista sea más efectiva.
Llega a la trampa y se asoma pero no quiere caer, la mar… Y no se hace fácil la conquista mientras ella sea esquiva y rehúse  a los encantos del enamorado.
Tú fuiste la que pusiste  tu  cara sobre la mía, la mar... El enamorado hace su reclamo  al contacto físico que previamente se había establecido, como muestra de interés y afinidad entre ambos.
Y llorando me dijiste que jamás me olvidarías, la mar… Uuuuuh, ya aquí se hace más evidente el total interés de la enamorada, puesto que sus lágrimas son el fiel reflejo de ese encanto llevado al extremo; aunado a una promesa devota.
Yo quisiera ser la brisa para batir tus cabellos, la mar… Esta metáfora empleada aquí es bien hermosa, y hace referencia a desear  estar lo más cerca posible de su enamorada, en ausencia pero haciendo sentir su presencia imprimiendo  a través del viento toda su fuerza y su pasión.
Y meterme dentro de ellos  para escuchar tu sonrisa, la mar… Su imagen configurado  por entre cada uno de los hilos de su pelo será la lúdica que promulgue su verdadero amor hacia ella, y logrará de esta manera  propiciar la sonrisa que resultaría ser para éste, el  lietmotiv  que determine el pacto de sus amores.
Panderito  retirano, recógelo con la mano, la mar… Aquí podríamos especular diciendo  que se trata de tener atesorado  entre sus manos el amor de su amada, y así  nunca más dejarla ir.
Total, estas son algunas consideraciones bajo la lupa de alguien que tiene un interés y además una inclinación y un gusto bien marcado hacia este tema musical, que roba su atención cada vez que la cantadora (o cantaora) hace su aparición en público, o por cualquier otro medio  donde interprete este alegre pero divertido aire musical. Quiero además  dejar reseñado lo que piensa la misma interprete sobre este tema, al enviárselo para que le diera su visto bueno y autorización a su pronta  publicación: “Hermosa la descripción, mejor la interpretación y análisis que le haces a la canción  Las olas de la mar. Es muy cierto lo que dices, es la composición que llega y ha marcado a muchas personas en sus corazones, todo el tiempo está vigente, en cada concierto que hago la tengo que interpretar por petición del público. Te doy la autorización para que publiques el artículo de las Olas de la mar”.
Ahora, dicho esto, lo dejo a consideración de cada quien…! lelo leeeee  juego pandero recogelo  con la  mano la mar, las olas de la mar(bis)…ay recógelo (bis) la mar, las olas de la mar!!! 

Wilberto Echeverría Moncada
Artista Plástico-Dibujante













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