Por: Diógenes Armando Pino Avila
En
los ”bailes cataos” es muy marcada la presencia de la mujer como “cantadora” o
como “respondedora” (coro), generalmente, éstas recibieron de sus mayores, a través
de la oralidad y la tradición, el saber y el arte de cantar y componer versos
para enriquecer las tamboras, que en las “noches de guacherna” amenizaban el
jolgorio popular.
No
hay que olvidar, que en nuestra cultura y tradición “riana”, la mujer es el
centro de la vida familiar, es Ella, y solo ella, la que rige los destinos del
hogar, pues su marido permanece la mayor parte del tiempo fuera de la casa, en
las actividades de pesca, agricultura, ganadería u otra actividad laboral de
donde percibe los recursos para el sustento familiar.
Ella
al realizar las tareas de su cotidianidad canta. Canta al lavar la ropa, canta
al sazonar los alimentos, canta al hacer el aseo de sus aposentos, canta al
amamantar a sus hijos. Esa permanencia en el canto de tonadas, arrullos y
tamboras, son escuchadas por las niñas y es tal la recurrencia del canto en los
hogares de “la depresión momposina”, que estas, desde temprana edad, comienzan
por imitación a repetir esos cantos y arrullos, creciendo en esa tradición
dentro de los limites del hogar.
A
determinada edad, que oscila entre los 12 a los 15 años, dependiendo de la
rigurosidad de sus padres, acompaña como observadora en el ruedo de la tambora,
sufriendo en este proceso de iniciación, la madurez necesaria y el aprendizaje
del baile y el canto que practicará en su vida adulta.
A
partir de hoy haremos un homenaje y reconocimiento a aquellas mujeres que han
hecho grande nuestro folclor y que con su dedicación han permitido anclar en nuestra
cultura esta bella tradición para hacerla trascender en el tiempo y en la
historia como uno de nuestros más preciados legados que heredamos de nuestros
mayores.
OTILIA RAMOS NORIEGA. Nació en Tamalameque cesar el 3 de agosto de
1.978 en la casa de las Noriega. Es criada en Gamarra Cesar, y desde muy
pequeña estuvo en el mundo mágico de la tambora.
En el Festival Nacional de
la Tambora y la Guacherna de Tamalameque en el año 1.986 conoció el esplendor
de una “noche de guacherna” y aun cuando por su corta edad, no podía
dimensionar la grandeza del acto, sintió en lo más profundo de su ser el llamado
de sus ancestros, quedando desde entonces prendada del son hipnótico de las
tamboras.
en el año 1.996 el grupo El
Chandé de Gamarra no podía asistir al Festival de Tamboras de Tamalameque por
que su cantadora oficial tuvo algunos inconvenientes personales, entonces se
propuso el nombre de Otilia Ramos Noriega, como su remplazo ocasional, el grupo
le impuso como tarea ineludible aprender 9 cantos de tambora.
No obstante que logró el
cometido de aprender esos cantos, el grupo El Chandé, sus integrantes, entraron
en rebeldía, diciendo que si Otilia cantaba, ellos preferían no participar.
Ella tercamente no solo aprendió los cantos, si no que aprendió a bailar con
vivacidad logrando con su tesón convencer a los más renuentes, y terminaron,
por fin, aceptándola como cantadora y resultó ese año como la ganadora en voz
juvenil. Desde entonces es la cantadora oficial de dicho grupo y ha ganado
varios festivales en la depresión. Se caracteriza al igual que
todos los miembros del grupo El Chandé de Gamarra Cesar por ser extrovertidos,
alegres y por asumir con una responsabilidad profesional su papel de exponentes
de este bello folclor.
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