PALABRAS PRONUNCIADAS POR DIOGENES ARMANDO PINO AVILA ANTE EL CADAVER DE SU AMIGO EL POETA TAMALAMEQUERO ERNESTO GUTIERREZ MEJIA.
Hace dos años se nos fue Ernesto El Pregonero de paz.
Hola! Ernesto, quiero que terminemos La conversación que siempre empezamos y que nunca terminamos, porque ante los hechos ciertos y de aterradora realidad que hoy nos enlutan es necesario hacerlo.
Sabes? Ante el imperativo de la muerte, tu muerte, Tamalameque está entristecido. Si. Consternados y compungidos por la partida tuya poeta, por la marcha del juglar, por la despedida hacia el infinito del cultor; por la desaparición del maestro, del profesor; del amigo. Por tu partida hacia el infinito en la segura búsqueda de la verdad eterna, del encuentro con Dios. Porque estoy seguro de tu constancia, de tu persistencia y se que no divagarás, iras derecho a engrosar el coro celestial, transformándolo con los nuevos cantos refrescantes de la tambora Tamalamequera. Se que impondrás tu estilo, pues se lo terco y pertinaz que eres. Allí encontrarás un selecto grupo que te hará el, coro y tu, la voz prima: allí encontrarás a Julián Ramírez, a Brígida Maldonado, a Brígida Robles, a Mecha Carmona, a Eliécer Romero, a Quike Ávila, a Otoniel Peralta, a Venancia Barriosnuevo, a Agripina Echeverri y a tantos otros tamboreros de la Depresión Momposina que lamentablemente nos han abandonado.
Sabes? Nunca te lo dije, que enorme desperdicio, que estúpido y engreído fui, nunca te dije que te admiraba como poeta. Siempre que hablábamos de cultura, de literatura y de folclor, en esa conversación que nunca concluimos y que siempre empezábamos con elementos nuevos, no me dejaste decirte nunca que te admiraba, siempre tuve temor de decírtelo por tu humildad apabullante, de haberlo hecho, estoy seguro, me hubieras mandado al carajo: sólo me permitías con ciertas reservas, dar calificativos de bueno y excelente a tus poemas y canciones, pero siempre tu, humilde, me decías que eran regulares. Hoy, cuando no puedes impedirlo, te lo voy a decir: Fuiste un eminente Tamalamequero que hiciste de la poesía tu lengua y de las canciones tu vida. Estamos tristes por la desaparición tuya, lloran desconsolados nuestros corazones por tu ausencia, pues con tu sensibilidad poética construiste un mundo de ilusiones donde idealizaste como nadie a tu Tamalameque del alma.
Se que apenas sonríes, con tu sonrisa de niño bueno, y piensas, como siempre que hablábamos, que soy bueno para el juego de palabras, pero, sabes? estás equivocado. En esta ocasión, por esas cosas del corazón, decidí escribirlas, pues tenía el temor de que en el momento de decírtelas, no me salieran o se me olvidaran, por eso las estoy leyendo. Se que estas feliz, como siempre corrigiendo mi sintaxis defectuosa, pues siempre lo hiciste, y yo te lo agradecía. ¡No importa, corrígeme! Que como siempre, te sacaré un achaque estilístico, para decirte de labios para fuera, que estas equivocado, pero en el fondo de mi alma, me convenzo más y más que eras un virtuoso del idioma, un profesor, amigo de la gramática mi enemiga y amante de la ortografía mi verdugo.
Anoche escuchaba tu canción: “Mi serenata”, donde con la gracia del juglar decías:
Sabes? Ante el imperativo de la muerte, tu muerte, Tamalameque está entristecido. Si. Consternados y compungidos por la partida tuya poeta, por la marcha del juglar, por la despedida hacia el infinito del cultor; por la desaparición del maestro, del profesor; del amigo. Por tu partida hacia el infinito en la segura búsqueda de la verdad eterna, del encuentro con Dios. Porque estoy seguro de tu constancia, de tu persistencia y se que no divagarás, iras derecho a engrosar el coro celestial, transformándolo con los nuevos cantos refrescantes de la tambora Tamalamequera. Se que impondrás tu estilo, pues se lo terco y pertinaz que eres. Allí encontrarás un selecto grupo que te hará el, coro y tu, la voz prima: allí encontrarás a Julián Ramírez, a Brígida Maldonado, a Brígida Robles, a Mecha Carmona, a Eliécer Romero, a Quike Ávila, a Otoniel Peralta, a Venancia Barriosnuevo, a Agripina Echeverri y a tantos otros tamboreros de la Depresión Momposina que lamentablemente nos han abandonado.
Sabes? Nunca te lo dije, que enorme desperdicio, que estúpido y engreído fui, nunca te dije que te admiraba como poeta. Siempre que hablábamos de cultura, de literatura y de folclor, en esa conversación que nunca concluimos y que siempre empezábamos con elementos nuevos, no me dejaste decirte nunca que te admiraba, siempre tuve temor de decírtelo por tu humildad apabullante, de haberlo hecho, estoy seguro, me hubieras mandado al carajo: sólo me permitías con ciertas reservas, dar calificativos de bueno y excelente a tus poemas y canciones, pero siempre tu, humilde, me decías que eran regulares. Hoy, cuando no puedes impedirlo, te lo voy a decir: Fuiste un eminente Tamalamequero que hiciste de la poesía tu lengua y de las canciones tu vida. Estamos tristes por la desaparición tuya, lloran desconsolados nuestros corazones por tu ausencia, pues con tu sensibilidad poética construiste un mundo de ilusiones donde idealizaste como nadie a tu Tamalameque del alma.
Se que apenas sonríes, con tu sonrisa de niño bueno, y piensas, como siempre que hablábamos, que soy bueno para el juego de palabras, pero, sabes? estás equivocado. En esta ocasión, por esas cosas del corazón, decidí escribirlas, pues tenía el temor de que en el momento de decírtelas, no me salieran o se me olvidaran, por eso las estoy leyendo. Se que estas feliz, como siempre corrigiendo mi sintaxis defectuosa, pues siempre lo hiciste, y yo te lo agradecía. ¡No importa, corrígeme! Que como siempre, te sacaré un achaque estilístico, para decirte de labios para fuera, que estas equivocado, pero en el fondo de mi alma, me convenzo más y más que eras un virtuoso del idioma, un profesor, amigo de la gramática mi enemiga y amante de la ortografía mi verdugo.
Anoche escuchaba tu canción: “Mi serenata”, donde con la gracia del juglar decías:
Tamalameque en tus calles corrí
,y en tus leyendas me quise esconder
de tus recuerdos me siento morir
en tus entrañas pasé mi niñez.
Mira, que frases premonitorias construiste, pues si en las entrañas de tu Tamalameque del alma naciste y moriste, pero también te convertiste en leyenda, pues entraste con tu muerte a hacer parte del patrimonio cultural Tamalamequero, como una leyenda del poema y del folclor.
Escuchando tus versos premonitorios, me acordaba de ese aparte de la conversación sobre la muerte, donde la soslayaste, donde te hiciste el loco para no tocar el tema, donde me dijiste que no te inmutaba el insondable misterio de la muerte, pues, tu ibas a ser eterno en tus poemas y canciones. Hoy te digo: Lo conseguiste. Tus canciones acompañarán por siempre la memoria colectiva del Tamalamequero.
Ah! Te acuerdas? La vez que hablábamos del folclor, de sus raíces, de la necesidad de conceptuarlizar y teorizar sobre lo nuestro, y me dijiste, con tu risa de niño bueno, que ese era un problema que me tocaba enfrentar, que esa era mi tarea, y que la tuya, era costear desde la alcaldía la publicación de los libros que yo escribiera. Pues si, me empujaste sabiamente a ser escritor e historiador de mi pueblo, y cuando te lo fui agradecer me golpeaste en el hombro y me dijiste que esa era mi obligación, la de escribir y que la tuya era buscar los recursos para publicar. Así eras, jodido!, nunca te gustaba que te agradecieran, ni que te elogiaran.
Recuerdas cuando te dije que te metieras a los grupos culturales y con humildad, me dijiste, que querías hacerlo en forma diferente a como yo lo hice, que no te gustaban los papeles directivos, que querías entrar, pero en forma activa, desde abajo, y fundaste el grupo Los Hijos de Chaulo y entraste como soldado raso, como cantador de tambora. Y cuando oí tu voz acostumbrada al bolero y a las delicadezas de la guitarra, te admiré y me dejaste boquiabierto con el timbre de tu voz y los dejos propios del tamborero anciano.
Por eso Ernesto. Acompañamos hoy al folclorista que abrazó, la para muchos, perdida causa de nuestra cultura popular vernácula, engrandeciéndola, con tu creación, con tu voz cantarina y con tus composiciones preñadas de gracia, donde con la delicadeza de tu pluma poética plasmabas en forma sencilla, vivencias y semblanzas de nuestro pueblo.
Fuiste el compositor poético con visos de juglar que le cantaba a los paisajes del Tagoto embravecido. Poeta que contemplaba enamorado las dilatadas sabanas de Chingalé en su búsqueda insondable de musas trasnochadas de amor y de bohemia.
Ernesto, bohemio te fuiste, y harás falta en las noches de plenilunio para, como antes lo hacías, cantar enamorado las serenatas románticas a las novias sonrosadas, para deleite y complacencia de los novios Tamalamequeros, te marchaste romántico, nos dejaste huérfano de tu voz y tus cantos pero con tus mensajes te convertiste en el arreglador de noviazgos moceriles y componedor de ilusiones rotas..
Te acuerdas? Cuando se abrió el concurso sobre el himno a Tamalameque y llegaste tímidamente a mostrarme un poema, el que leí con deleite sobre la épica Tamalamequera, te dije que estaba bueno, te pregunté que si ya tenía música y me dijiste que no, te dije: pónsela!, y te sentaste en un taburete de cuero, recostado al árbol de mango que había en la casa y a los quince minutos me sorprendiste con las entonaciones marciales que te inventaste para ese poema, el cual es el Himno de Tamalameque. Sabes, te admiré de nuevo en ese momento., y te lo dije, pero tú como siempre, minimizaste el hecho diciéndome que había sido un golpe de suerte encontrar esa música.
Hoy que no puedes callarme le digo a mis paisanos. Se fue quien investido de la templanza del patriota y la sensibilidad del poeta escribió e hizo arreglos para regalar a Tamalameque en un acto desbordado de amor uno de los mejores Himnos que he escuchado.
Si, señores! aquí yace uno de los mas grandes hijos que ha tenido Tamalameque, pues Ernesto fue eso que acabo de enunciar y mucho más, Ernesto fue el poeta revestido de humildad, y ese revestimiento nos tapaba la dimensión real del poeta, del juglar, por ello, casi ninguno de nosotros podía ver las dimensiones colosales que como persona portaba.
Ernesto nos dejó un legado de humildad que debemos seguir, un legado de bondad apabullante que todos debemos admirara e imitar. Ernesto en su grandeza nos mostró nuestro egoísmo colectivo y nos marcó el sendero para empezar, el camino que nos dice que hay que reconocerle los meritos a los demás, el camino que nos obliga a andar con hidalguía y con honestidad ciudadana, el camino de la mano tendida, el camino del corazón en la mano, el camino que cada día puede hacernos mejores hombres, mejores mujeres sobre la faz de la tierra, para que los extraños puedan decir sin ambages: Los Tamalamequeros en verdad son hermanos, pues se respetan, se reconocen y se respaldan.
Podría seguir por horas, exaltando tus virtudes y bondades, pues tu fuiste el árbol fructífero donde se dieron las virtudes a granel, pero desafortunadamente ya estas muerto y solo nos queda a quienes todavía nos toca trasegar en los caminos de la vida, hacerte un homenaje por tu grandeza, por ello prometemos formalmente ante tu cadáver que el pueblo Tamalamequero seguirá tus buenos ejemplos y honrará por siempre tu memoria.
Perdóname Ernesto, por haber roto ese pacto de no elogio que tácitamente habíamos firmado, pero hoy quise joderte, diciendo lo que siento, pues deseo mostrar tu grandeza, esa grandeza que se muestra por sí sola, pues tu grandeza se yergue cual coloso de granito desafiando lo demás.
Descansa en paz poeta!
Descansa en paz Pregonero de paz!
San Miguel de las Palmas de Tamalameque, julio 04 de 2003
Hace dos años la familia de Tamboreros de la depresión momposina perdió a uno de sus grandes cultores: Ernesto Gutiérrez Mejía "El Pregonero de paz", Ante su cadaver pronuncié estas sentidas palabras.
ResponderBorrarHoy, 12 de agosto de 2023 vi un documental de TV sobre el género de musica tradicional "tambora". Escuché la canción "pregonero de paz" y consulté en google. Leí las palabras expresadas por Diogenes Armando Pino y quedé asombrado por su contenido.
BorrarINSISTO EN QUE LA ALCALDIA DE NUESTRO QUERIDO PUEBLO DEBERÍA TENER UN DEPARTAMENTO DE COMUNCICACIONES Y RELACIONES PÙBLICAS,PARA EFECTOS DE TODAS ESTAS PUBLCIACIONES DIFUSIÒN DE NUESTRA CULTURA A NIEVEL NAL E INTERNAL. GRACIAS LYDA E. GARZÓN
ResponderBorrarPERO QUE f u n c i o n e de
V E R D A D ................
Acabo de regresar a Bogotá después de haber tenido la fortuna de pasar el fin del año 2008 en Tamalameque.
ResponderBorrarEn las tertulias en que participé con familiares, vecinos y amigos, el tema de ERNESTO GUTIERREZ MEJIA siempre estuvo presente y hoy sentado frente al computador revisando y releyendo documentos, me he reencontrado con este escrito de Diógenes Armando Pino Avila que inevitablemente me lleva a evocar la figura y la memoria de "Chiqui".
De Ernesto conservo varios recuerdos, pero tal vez son dos los que quedaron impresos en mi memoria para siempre con tinta indeleble.
- El primero, es lo que yo llamaría mi primer contacto con la tradición oral tamalamequera cuando apenas era un niño: Chiqui dedicaba largos ratos a relatarme con lujo de detalles, gran desparpajo y una buena dosis de misterio, los interminables cuentos de Tío tigre, Tío conejo, el Gallo pelongo, la Luz corredora y muchos otros personajes y eventos propios del imaginario y la inventiva popular de nuestro pueblo y sus alrededores.
Como bien sabemos, con el transcurrir de los años todos estos "héroes vernáculos" fueron reemplazados por otros foráneos, en buena medida, como consecuencia de la implementación del fluido eléctrico y con ello la utilización del televisor; irrumpieron entonces con gran fuerza en nuestro mundo de país y personas subdesarrolladas y tercermundistas los Superman, Batman, Robin, Acuaman, el Llanero solitario, el Hombre invisible, el Hombre nuclear, el Hombre araña, la Mujer maravilla y tantos otros "enlatados" provenientes de gringolandia, que poco a poco fueron dando sepultura a nuestros héroes infantiles.
¡Ernesto fue un excelente relator de este tipo de manifestación cultural!
- El segundo gran recuerdo se desarrolló en la casa de mi Tío Panta (Pantaleón Peñaloza Rapalino) y mi Tía Margoth Acuña Rodríguez, en donde hoy queda ubicada la Cooperativa Coocic.
Con cierta regularidad mi Tío Panta jugaba ajedrez con Mirlán Peñaloza, y yo en mi curiosidad de niño, los observaba sin entender un carajo por qué se demoraban tanto tiempo en mover esas fichas tan extrañas. Ernesto se tomaba luego la molestia de explicarme con mucha paciencia en qué consistía el jueguito.
Paisanos y paisanas, considero que es mucho lo que le debemos a Esnesto Gutiérrez Mejía como compositor, como cantante, como poeta, como serenatero, como narrador, como permanente e incansable hacedor y difusor de las expresiones culturales tamalamequeras y como PREGONERO DE PAZ. Nuestra deuda de gratitud con él será eterna.
Es tanta su grandeza que cualquier calificativo se queda corto para describirlo, porque sin duda, los merece todos.
Cuando a mi me corresponda el ineludible turno de emprender el viaje sin regreso, al encontrarme con Dios le reclamaré por qué se lo llevó tan temprano.
¡Dios debió pedirnos consentimiento a los tamalamequeros para llevarse a Ernesto, y estoy absolutamente seguro que nuestra respuesta en coro hubiése sido un rotundo e innegociable NO!
Por siempre, paz en tu tumba viejo Chiqui y mil y mil gracias por tu ejemplo de vida y por el invaluable legado que nos dejaste.
YURI ACUÑA AMAYA
Libre pensador
Bogotá, 10 de enero de 2009
ERNESTO O MAS BIEN NESTOR MI MANO...son 7 años, 7 años que pasan y no puedo olvidarte que no puedo aceptar la cruda realidad. hoy quiero que todos tus paisanos tamalamequero que siempre fuistes y seras una persona especial para mi nunca tuve un no ante algo que te pedia porque siempre estuvistes en ese momento que te necesite q con un solo llamado el estaba. solo quiero decirte que no me olvidado de ti, te llevo en mi corazon con esos recuerdos que de infancia y adolecencia vivimos es como el disco que dice"recuerdo que jaime molina cuando estaba borracho me ponia esta condicion...", cuando de niña me llamabas coti porque no dejaba de jugar parques que me lo enseñastes a jugar a la perfeccion, los miedos que nos hacia coger con la famosa mano pelua para que te dejaramos ver T.V. cuando de noche llegabas de tu universidad y asi cansado me explicabas las tareas de ingles, español, matematica esos dibujos q se me eran dificil para realizarlos.
ResponderBorraren la adolescencia mi alcahueta cuando te llamaba para que me acompañaras a un concierto a un festivaL de la cerveza, y tu venias sin titubear y dejando de cumplir tus obligaciones pero ahi estabas apoyandome en cada momento hasta que Dios decidio que lo acompañaras con tu voz cantando, trinando tus poesias.. por eso hoy quiero dejar publicado aqui que no es que me halla olvidado de el solamente que hacen 7 años atras cuando me dieron esa noticia fatal para mi que no creia y la verdad no creo... solo se que me pasa como el disco de jorge oñate "No Voy a Patillal".... en lo que yo diria "No voy a tamalameque porque me mata la tristeza al ver que en ese pueblo fue donde murio mi hermano,....si algun dia llego a ir se que me regreso enseguida porq me da tristeza apenas yo empiece a recordarlo....."