Hace 10 días recibí un agradable regalo. Un Cd titulado "La Voz de mi Tambor", un trabajo del Grupo de Musica y Danzas Afrocolombianas Macondo de la ciudad de Bucaramanga, dirigido por Nicolás "Colacho" Maestre quedé gratamente complacido al escuchar y reconocerme en sus notas como hombre de la Depresión momposina, como poblador de Tamalameque, como perteneciente a la cultura "riana", como ciudadano de un mundo mágico donde La Tambora es la reina, la cumbia su princesa, el porro su edecan, la puya la chaperona y demás ritmos y cantos musicales de esta Colombia Afrodescendiente que conforman la corte de este reinado fantástico, de mitos, leyendas, sueños y realidades.
En este trabajo se puede degustar cumbia, puya, Afro-Garabato,Gaita corrida, Bullerengue, Son corrido, Tambora, Cumbia de florete, Porro palitia'o y Guacherna, de acuerdo al gusto del oyente. Un gran trabajo musical, un excelente trabajo de investigación, de dedicación paciente y sabia, donde supieron conjugar lo esencial de lo nuestro, el sentir, costeño, el sentir "riano", el sentir del negro y el indio en el mestizaje donde se fraguó nuestra raza. Es un buen trabajo musical, ojalá todos lo adquieran y lo difruten.
El maestro Carlos Alberto Vasquez Hace el introíto en la caratula de este trabajo musical, leámoslo:
Que cante el juglar
Por: Carlos Alberto Vazquez
Dicen los que saben de leyendas e historias, que existen en los pueblos, unos hombres que sabían de la vida de las gentes, y enredaban en sus memorias, también en sus canciones los acontecimientos cotidianos de los pobladores, llegando de pueblo en pueblo a contarlos, convirtiéndose en mensajeros, pregoneros de noticias, o juglares de vivencias, dueños de la palabra y de los recuerdos de los pueblos.
Así es Nicolás Maestre: un juglar, un trovador, un hombre que por fin encontró el momento preciso para contarnos sus vivencias y sus anecdotas, las de su gente, las de esa cantidad de personas que han vivido a lo largo de sus trabajos de investigación y de recorrido por las regiones acumulando saberes, reconociendo festivales, visualizando nuestra cultura ancestral, nutriendose de la savia de los creadores anónimos de este país, los de ese pueblo que
enreda en su garganta y su voz, que retumba en el eco de nuestra región; lanzada al infinito enriqueciendo el panorama musical de nuestra Colombia.
Él, el hombre, el autor. El investigador, el creador, nos permite a través de este documento musical acercarnos a las vivencias acumuladas en su corazón y en su piel; acompañado por excelentes musicos, intérpretes, formados desde la tradicionalidad, hombres que se han alimentado del saber popular y que buscan espacios para difundirse, para compartirse, para entrar en las fiestas populares, para renovarse desde nuestra percusión Afro.Colombiana y abordar el presente.
Viaja la canecola en su recorrido de recuerdos, encontrando puyas y cumbias, porros, guachernas, bogas, Barrancas Bermejas, y Bullerengues; canta el autor que mezcla tambores y
canciones, flautas, gaitas y amores, suelta al viento su inspiración, grita su voz las historias de mi gente. Canta el juglar. Canta el juglar para no olvidar las vivencias de hombres y mujeres que viven en este país de orillas, de hombres anfibios y de grandes mares.
A partir de este momento, son suyos, son nuestros, son interpretados para reconocernos, para fortalecer nuestra identidad, para sentirnos más colombianos en nuestros ancestros.
Así es Nicolás Maestre: un juglar, un trovador, un hombre que por fin encontró el momento preciso para contarnos sus vivencias y sus anecdotas, las de su gente, las de esa cantidad de personas que han vivido a lo largo de sus trabajos de investigación y de recorrido por las regiones acumulando saberes, reconociendo festivales, visualizando nuestra cultura ancestral, nutriendose de la savia de los creadores anónimos de este país, los de ese pueblo que
enreda en su garganta y su voz, que retumba en el eco de nuestra región; lanzada al infinito enriqueciendo el panorama musical de nuestra Colombia.
Él, el hombre, el autor. El investigador, el creador, nos permite a través de este documento musical acercarnos a las vivencias acumuladas en su corazón y en su piel; acompañado por excelentes musicos, intérpretes, formados desde la tradicionalidad, hombres que se han alimentado del saber popular y que buscan espacios para difundirse, para compartirse, para entrar en las fiestas populares, para renovarse desde nuestra percusión Afro.Colombiana y abordar el presente.
Viaja la canecola en su recorrido de recuerdos, encontrando puyas y cumbias, porros, guachernas, bogas, Barrancas Bermejas, y Bullerengues; canta el autor que mezcla tambores y
canciones, flautas, gaitas y amores, suelta al viento su inspiración, grita su voz las historias de mi gente. Canta el juglar. Canta el juglar para no olvidar las vivencias de hombres y mujeres que viven en este país de orillas, de hombres anfibios y de grandes mares.
A partir de este momento, son suyos, son nuestros, son interpretados para reconocernos, para fortalecer nuestra identidad, para sentirnos más colombianos en nuestros ancestros.
ALLÍ VIENEN MONTANDO EN ESTRELLAS, RECUERDOS Y TAMBORAS COLGANDO DEL RÍO, Y RETUMBANDO COMO EL SON, COMO EL VIENTO, QUE CANTE EL JUGLAR, EL DUEÑO DE LAS MEMORIAS DE NUESTROS PUEBLOS.
Disculpa el atrevimiento amigo, podrias compartir este disco?, hace mucho tiempo que lo busco. Gracias
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