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jueves, junio 16, 2005

VIVA LA CUMBIA

Bogotá, marzo 17 de 2005
VIVA LA CUMBIA
Abajo el reggaeton
Amigas y amigos, con esta expresión no pretendo discriminar ni mucho menos irrespetar ningún género o aire musical alguno, solo quiero manifestar mi inconformidad por el hecho de que en Colombia las músicas de tradición oral y las prácticas sonoras populares atraviesan una CRISIS DE DIVULGACIÓN, lo que nos conlleva a nombre propio (quien les escribe estas líneas) y miles de compatriotas (recojo opiniones de un sin número), a lanzar una voz de protesta en forma respetuosa con el fin de obtener eco y apoyo en la verdadera difusión de la música popular colombiana.
Colombia es un país rico en diversidad cultural, cuna de grandes compositores e intérpretes, con una gama y potencial artístico que cualquier país del mundo envidiaría, donde se cultivan géneros musicales de amplia variedad. Les recordamos que el próximo lunes festivo 21 de marzo del presente año, estaremos celebrando en nuestro país el DÍA NACIONAL DE LA MÚSICA COLOMBIANA, consagración impulsada por doña Doris Morera, directora de la Fundación Musical de Colombia con sede en Ibagué, por coincidir con un aniversario más del fallecimiento del maestro Darío Garzón.
Pues bien, nuevamente les hacemos una cordial invitación especialmente a la mayoría de comunicadores sociales, maestros de escuelas, productores musicales, casas disqueras, ministerios de Educación, Cultura, comunicaciones y demás comprometidos con el arte musical, para que todos conjuntamente realicemos campañas de difusión y cultivo de nuestras tradiciones so pena de comprometer nuestra identidad cultural colombiana ante el mundo. Muchos colombianos (círculo de artistas especialmente) nos preguntamos porqué la música popular Nacional se encuentra en estado de abandono, postrada en un sitial bajo, sin apoyo decisivo estatal, de la empresa privada, de los grandes medios radiales y televisivos, de las disqueras, de la gran prensa escrita y otros entes publicitarios. Esto nos lleva a formularnos algunos interrogantes:
  1. ¿Será acaso que a los colombianos no nos gusta nuestra propia música?
  2. ¿O más bien será que como la mayoría de medios radiales y televisivos no la difunden porque no produce “rating” y en consecuencia no es “comercial”?
  3. ¿Tal vez será que nuestra estigmatizada música popular colombiana solo las escuchan gentes de clases sociales bajas, o la población adulta, o es música arrabalera, pasada de moda, con temáticas campesinas o rurales, monótona y solo para parroquianos?
  4. ¿Quizá repercutan las doctrinas neoliberales y las políticas de globalización que persiguen reducir las expresiones culturales en los pueblos latinoamericanos de los últimos 25 años?
  5. ¿Será que las músicas populares colombianas entraron en la era de la “industrialización del arte”?
  6. ¿Será que la verdadera música colombiana es la que triunfa internacionalmente desde el jet set farandulero de Miami, Los Ángeles y Nueva York?
Muchos colombianos estamos convencidos de algo:SI LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE MASAS DIFUNDEN LA MÚSICA POPULAR COLOMBIANA, SEGURAMENTE TENDREMOS MÁS SENTIDO DE PERTENECIA CON NUESTRA PATRIA, NOS BENEFICIAREMOS MUCHOS CULTORES DEL ARTE MUSICAL Y SOBRE TODO, EXPORTAREMOS AL MUNDO UNA IMAGEN LIMPIA Y FRESCA DE NUESTRA CULTURA.
De seguir así y no dar un timonazo y replanteamiento de políticas culturales, seguramente a la vuelta de diez o quince años cualquier delegación cultural colombiana que nos represente en el exterior ya no llevará ruana, carriel, alpargatas, ponchos, mochilas, abarcas tres puntás, sombrero vueltiao, tiples, bandolas, cuatros, maracas, gaitas, tambores, marimbas, cununos y demás atuendos e instrumentos típicos de nuestro país sino “gafas oscuras”,”aretes”, “botas texanas”, “piercing”, “tatuajes”, guitarras eléctricas, “hard rock”, “ska”, “trance”, “regueton”, etc.
La música popular colombiana hace parte de nuestra identidad nacional, es un patrimonio que no podemos dejar acabar por nefastas políticas foráneas que pretenden inculcarnos un discurso falso, light, rosa, payolero, gomelo, de noticias “gallegas”, farándula maquillada, doblajes, montajes y un afán mercantilista, simplista y mediocre. Con ese pensamiento seguimos atrasados, copiando todo aquello que provenga de afuera sin criterio ético, estético, moral, sino simplemente por estar en la moda “in”, no midiendo las consecuencias que deja el fin lucrativo por el lineamiento y la pérdida de valores que en muchos casos deja en la juventud colombiana. Y cómo es posible que la sección cultural algunos noticieros de televisión se ocupen de promocionar artistas de afuera sin valorar lo que pasa en nuestro mercado interno. Que tristeza nos da a muchos colombianos escuchar noticias de farándula que a diario se transmiten como si a los colombianos nos importara más la vida personal de “Paulina Rubio” o de “Ricky Martin”, que el estado de salud del maestro José Barros o las condiciones sociales y laborales de los músicos nacionales por ejemplo.
Cuan equivocadas están nuestras lindas “pechugonas” promocionando artistas extranjeros primero que los nuestros, es una forma de incrementar el desempleo, de pisotear nuestra dignidad, de menos preciar lo que somos. De lejos, el canal regional TELECARIBE se perfila como el mejor transmisor de eventos artísticos y culturales en el país, seguido por TELEANTIOQUIA Y TELEPACÍFICO que le apuestan en sus espacios por un país mejor. Seguimos añorando aquella SEÑAL COLOMBIA de contenidos educativos y culturales que nos ayudaba a reconocernos como nación. Cuánto daríamos por volver a ver programas como “Yurupari”, “Noches de Colombia”, “Tierra colombiana”, “Espectaculares JES”, “Maestros”, “Aluna” “El Show de Yimmy”, el mismo “Show de las Estrellas pero en vivo” y otros, en los cuales aprendíamos al menos un poco sobre nuestras costumbres y sobre nuestros artistas. Da vergüenza observar que la gran televisión Nacional nos invade con “Telebovelas y Realitys”, sin darnos la oportunidad de observar al menos un programa musical serio donde se represente las distintas facetas del pentagrama Nacional tradicional o moderno.
En Colombia debería haber una legislación que por lo menos obligue a las emisoras a promocionar así sea una hora diaria la música popular colombiana de todas las regiones, sin contraprestación comercial alguna, como una forma de afianzar nuestro sentido patrio, así como se obliga a transmitir el himno Nacional. En vez de “pataditas y agüitas” con temáticas “lloronas” y “doblajes” de solo “Balanatos y rancheras”, a muchísimos colombianos nos gustaría que la televisión Nacional y privada transmitiera conciertos y festivales “en vivo y en directo”, documentales relacionados con nuestra idiosincrasia, nuestro entorno y nuestra identidad, programas que instruyan. Y la gran prensa escrita capitalina así como promociona en una página entera los viernes la farándula roquera, pues también debería impulsar el talento nacional para que se beneficien músicos, compositores, arreglistas, casas y sellos disqueros, empresarios, orquestas, tríos, conjuntos, la industria turística y todos aquellos que pertenecemos al mundo del arte.
La única salida para que podamos salir adelante musicalmente en el contexto local e internacional es creer en lo nuestro, no importa si estas músicas provengan o no de estratos bajos, campesinos, indígenas, afrodescendientes, mulatas, populares, etc. al fin y al cabo, es un reflejo de lo que somos. Es una lástima ver que la nueva generación de jóvenes colombianos no tiene casi la oportunidad de conocer música de su país, por la sencilla razón de que como no se difunde entonces está “out”, en muchas ocasiones, la mayoría de muchachos no tienen la culpa de no conocer obras clásicas del repertorio criollo como “La pollera colorá”, “Pueblito viejo”, “Espumas”, “El camino de la vida”, “El testamento”, “María varilla”, “Colombia tierra querida”, “San Fernando”, “La piragua”, etc. Pero en cambio e irónico, se saben la última moda del “hit parade” norteamericano y europeo. En Colombia asimilamos, nos enriquecemos y nos gustan muchas expresiones musicales de otras latitudes como la música clásica o erudita, el jazz, el rock, la salsa, rancheras, boleros, baladas, el merengue, rap, la samba, el bossa nova y el mismo reguetón que seguramente tendrá su “tumbao sabroso” etc, pero tampoco podemos pensar que son mejores que las nuestras y de mayor importancia. No obstante, en medio de esta crisis, todavía vemos pujanza y creatividad de miles de compatriotas a lo largo y ancho de la geografía nacional que organizan festivales y concursos como una forma de preservar tradiciones y legados culturales. Afortunadamente todavía podemos tener la oportunidad de escuchar, bailar y disfrutar de una gaita en Ovejas (Sucre), una danza en Ginebra (Valle), un bullerengue en Necoclí (Antioquia), una parranda vallenata en la plaza Alfonso López en Valledupar, un currulao en Guapi(Cauca), un abozao en Quibdó, un joropo recio en Villavicencio, una noche de cumbia y tambó en la plaza de la Paz en Barranquilla, un rajaleña en Neiva, un bambuco montañero en Medellín, un bambuco fiestero en Ibagué, una guabina en Vélez (Santander), un Calypso en San Andrés, una tambora en Tamalameque (Cesar), un pasillo en Aguadas (Caldas), una chalupa en Santa Lucía (Atlántico), un chandé en Talaigua Viejo (Bolívar), un mapalé en Cartagena, un porro en San Pelayo (Córdoba), un torbellino en Chiquinquirá (Boyacá), un paseo vallenato en Fonseca (Guajira), y cualquier cantidad de música popular y tradicional colombiana en la media torta de Bogotá, por solo enumerar algunos lugares donde podemos tener el privilegio de encontrar músicas urbanas y rurales.
Estas manifestaciones culturales se les denominan de distintas formas y vienen presentando transformaciones sustanciales en los últimos años debido a los procesos y cambios sociales. En muchas partes del país se les llaman “Músicas folclóricas”, “Músicas locales”, “Músicas regionales”, “Músicas tradicionales”, hasta concluir con “Músicas Nacionales” y genéricamente “Músicas populares”. Ellas se convierten en un complejo sistema o circuito articulado de arraigo aborigen, afroide, hispano, Caribe, y multiétnico.
De la Costa Caribe tenemos entre otros las siguientes formas musicales: La cumbia, la puya, la gaita, el merengue, el porro canteado, el son corrido, parrandín, las décimas, los bailes cantados (Lumbalú, bullerengue, chalupa, tambora, chandé, berroche, guacherna, zambapalo, pajarito, fandango en lengua), mapalé, garabato, jorikamba, son de negro, congo, tuna, son de farotas, pilandera, chicote, pilón, maestranza, seré-sé-sé, chichamaya, letanías, etc. Cantares del campo (arreo, vaquería, zafra y grito de monte), etc. En el ámbito popular encontramos el género vallenato (paseo, son, merengue y puya). A nivel popular urbano está el merecumbé, el tuqui tuqui, el pasebol, el jalaito, el mece mece, el chiqui-cha, el tumbasón, el patacumbia, el afro, el porro palitiao y tapado, el cumbión, el paseaíto, el son palenque, el son de sexteto palenquero, la champeta, la terapia, etc. De la zona Insular (San Andrés y Providencia) tenemos el mento, calipso, reggae, minue, quadrille, waltz, contra danza, mazurca, galop, schottish, top dance, juba, socca, compás, etc.
La Costa Pacífica se divide en norte y sur. Del pacífico norte (Chocó) encontramos aires como el abozao, jota, porro chocoano, levanta polvo, makerulle, danza, contradanza, mazurca, polka, pisón, pasillo chocoano, bambazú, saporrondó, tamborito chocoano, anderele, etc., interpretados en formato “Chirimía”. Del pacífico sur tenemos toques como el Bambuco viejo, el currulao, la bámbara negra, el aguabajo, patacoré, berejú, pregón, bunde, chigualo, gualí, alabao, pango, juga, caramba, arrullo, loas, villancico, romance, salves, caderona, canciones de boga, etc., interpretados por el conjunto de marimba.
En la región Andina contamos con aires como el Bambuco, el torbellino, la guabina, el pasillo, el vals criollo, rajaleña, sanjuanero, bunde, caña, vueltas antioqueñas, danza, música guasca y de carrilera, etc. En los Llanos Orientales se cultivan aires como el Joropo, galerón, zumba-que zumba, pasaje, tonada, golpe, seis por derecho, seis por numeración, seis corrido, carnaval, San Rafael, copla, romance, tonos de velorio, quirpa, periquera, pajarillo, chipola, gaván, guacharaca, reconcilio, quitapesares, perro de agua, etc. En la Región Amazónica se cultiva música aborigen, cantos y toque rituales, mágicos relacionados con la madre naturaleza.
En Leticia por ser una ciudad fronteriza con el hermano país del Brazil se asimilan los aires de Carimbó, Forró, Samba callejera y Samba cancao. ¿Entonces, si tenemos todo ese acervo y bagaje musical, nos preguntamos porqué carajos nos quieren imponer modas foráneas si somos considerados en el contexto internacional como uno de los países más rico en diversidad cultural?
Manuel Antonio Rodríguez
www.musicalafrolatino.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Maestro Diógenes estoy a disposición de intercambiar con ustedes en todo lo que se refiera a la familia de los bailes cantados.

Un abrazo desde Bogotá y gracias por haberme atendido cuando fui a su casa en Tamalameque